sábado, 13 de febrero de 2016

Cómo empecé a editar mi vida



Me enteré de que existía el estilo de vida minimalista en el año 2014, alrededor de Septiembre, viendo videos en Youtube.


Como estaba, y está, de moda, había empezado a seguir youtubers de lifestyle, maquillaje, moda etc. A veces entre videos de productos de belleza y ropa, algunas youtubers hablan de sus agenda, organización, como guardan su ropa, etc…. Y en uno de esos videos, en el costado, donde vienen las recomendaciones de otros videos de Youtube empecé a interesarme por otros youtubers que hablaban de productividad, organización y temas de ese estilo. Hasta que un día, una de la chicas que más me gustaba dijo que era “minimalista”. Empecé a averiguar que era eso y la idea me cerró por completo.

Cuando me decidí, le dije a mi marido y le gustó la idea. Nos pusimos a acomodar en un fin de semana de primavera y sacamos basura, cosas viejas, cosas feas, cosas que no usábamos, separamos cosas para vender, cosas para donar, cosas para tirar, cosas para devolver, cosas para regalar…. Resulta que todo eso era como el 80% de todo lo que estaba en casa, ocupando lugar completamente en vano.

Luego seguí yo, con mis cosas, que eran más que las de él… Cabe aclarar que no fui nunca acumuladora compulsiva ni nada raro…. Pero cuando me puse a seguir con la purga de cosas (uncluttering),  pude sacar de casa: productos de belleza, ropa,  libros, apuntes, fotocopias, cuadernos, adornitos, carteras, billeteras, electrodomésticos, cosas de cocina, del baño, tuppers, cajas, cajitas, cosas rotas… infinidad de cosas.

Cada cosa que eliminaba de casa me hacía sentir más y más liviana, era satisfacción instantánea. Y lo sigue siendo.

De repente departamento ya no era chico.

De repente ya no importó donde viva hoy y nunca, porque los que importan somos las personas que vivimos en ella y no el espacio en el que ponemos nuestras pertenencias.

De repente ya no tenía que comprar los muebles que hace años estaba esperando comprar con angustia.  Volví a comprar muebles recién en enero del 2016, pero no adiciones a la casa sino reemplazos por cosas más nuevas y lindas. Y tampoco fue tanto:  cambiamos el sommier nuestro y el lavamanos con su mesadita. Los viejos afuera, a la vereda (se los llevó alguien que los necesitaba, en 2 minutos; más satisfacción aún).

Ya no tengo que perder tiempo organizando nada. Solo INVIERTO tiempo mejorando lo que quiero mejorar.

De repente no quise una casa más grande, como venía deseando angustiada hacía años. El día que la casa más grande llegue, solo restará disfrutarla y estar agradecida.

Salgo de casa en minutos sin tener que pensar en qué ponerme. Mi guardarropas es básico, teno todo lo que necesito, todo se combina entre si. La ropa siempre está lista, porque al ser poca la rutina de lavar, planchar y guardar es breve y está siempre al día. (Lo hago todo yo,no tengo asistentes de limpieza ni nada).

Simplifiqué la agenda.

Vacié escritorios, mesada y mesas.

Reduje horas de TV.

Organicé mi oficina del trabajo, me hice 200% más productiva, rápida y eficiente, mis compañeros admiran mis métodos y confían 100% en mi trabajo.

Leo más libros por mes.

Tengo más tiempo como mamá.

Terminé mi tesis.

Mejoré la rutina de compras – cocina – viandas.

Aprendí a organizarme mejor. Y sigo aprendiendo.

Al tener menos que hacer en casa, me canso menos, me quejo menos, me enojo menos, me quieren más.


TODO MEJORÓ 
Y ESTOY EMBARCADA EN UN PROCESO CONSTANTE DE AUTOSUPERACIÓN

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